Veinte años de seguridad, veinte años de prevención de riesgos laborales

7 de noviembre de 2015

Tal día como hoy, pero de hace veinte años se aprobó la Ley 31/1995 de prevención de Riesgos Laborales, y podemos considerar como satisfactorio pero no suficiente los resultados obtenidos durante estas dos décadas a tenor de los datos reflejados por las estadísticas en lo referente a la seguridad y salud en el trabajo.

Desde la entrada en vigor de la ley, allá por febrero del 1996, se ha conseguido reducir la siniestralidad laboral en todos sus parámetros, extendiendo la cultura preventiva entre empresas y trabajadores, así como en la sociedad en general, al buscar la integración de la prevención en todos los procesos y niveles e implicando para ello a todos los actores de las relaciones laborales.

La mayor dificultad del bagaje de esta ley se encuentra en los ámbitos del trabajador autónomo y de las PYMES, quienes suponen el 99.88 % del tejido empresarial de nuestro país donde además, cuentan con las mayores tasas de incidencias de accidentes de trabajo.

 

Causas por las que las pymes presentan mayores tasas de incidencia de accidentes de trabajo

Este menor grado de satisfacción se basa en una serie de factores, tanto externos como propios de la empresa, que dificultan la integración de la prevención en el gestión propia de la misma. Estos factores no son solo exclusivos de las pymes, pero si los acusan más que las grandes por la limitación de sus recursos.

Los principales factores externos son:

- Dificultad en cumplir una legislación excesiva, donde existe un complejo control documental.

- Escasas ayudas en cuanto a financiación, para mejorar la seguridad de las condiciones de trabajo.

- Falta de adecuación y simplificación de las exigencias legales y los sistemas de gestión de PRL a las pymes.

 

Junto a estos factores externos, cabe recalcar que también existen motivaciones internas a la empresa que hacen que la integración de la prevención en la gestión de la pyme no sea la más adecuada. Principalmente son:

- Bajo nivel de capacitación y liderazgo de los empresarios y directivos de las pymes en gestión de la PRL, y también de la línea de mando.

- La falta de una adecuada identificación de los problemas de prevención, de una estrategia y unos planes de prevención adecuados, orientados convenientemente.

- La prevención habitualmente no es una prioridad. En las pymes la mayor parte de responsabilidad recae en el dueño cuya falta de tiempo le obliga a centrarse en los problemas que requieren una atención inmediata. La prevención no forma parte de este grupo de problemas, salvo cuando ya ha ocurrido un accidente y existe una presión definida por parte de los trabajadores o de la Administración.

- En general, los recursos financieros de las pymes son escasos, lo que hace que se dediquen a finalidades que sus gestores entienden que son directa e inmediatamente rentables, entre las que a menudo no está la prevención.

- En muchos casos no se desempeñan las funciones de prevención internamente y se piensa que se pueden externalizar totalmente en los Servicios de Prevención Ajenos (SPA). El SPA, en estas situaciones, no actúa como el departamento de prevención de la empresa. El concepto es más parecido al de la contratación de una especie de póliza de seguro, con la que ya quedamos cubiertos y protegidos en caso de accidentes.

 

Los motivos anteriores expuestos, entre otros, traen como consecuencia una falta de adecuada gestión de la PRL y, por tanto, esto se refleja finalmente en los altos índices de accidentes y enfermedades profesionales.

 

Pautas para la mejora de la gestión de la prevención en las pymes

Consideramos que para mejor la gestión de la prevención de riesgos por parte de la pyme se debe incidir en la mejora de la formación, información, comunicación entre los agentes laborales, el aumento de la inversión por parte de la pyme y posibilidad de financiación en condiciones preferentes. Todo ello se podría conseguir por medio de:

 

Integrar la prevención en el plan estratégico que toda pyme debe tener, es decir, el Plan de Prevención. Organizar la función de prevención, identificar los riesgos, los accidentes, sus causas más importantes, establecer las acciones correctoras y realizar su seguimiento.

Constituir un comité de prevención.

Puede ser el comité de seguridad el que establece la legislación, aunque no sea obligatorio, con poderes reales en materia de prevención y formado por diversos miembros que aporten conocimientos complementarios: técnicos, gestores, especialistas del sector… Con reuniones formales: con actas y agendas del día.

Asumir la función de prevención internamente e invertir en asesoramiento externo especializado.

Las pymes por definición tienen una estructura organizativa pequeña y, por tanto, necesitan una gran polivalencia. Lo que no es posible es que puedan desempeñar todas las labores y menos aquéllas para las que se necesitan especialistas. Para ello, se debe contratar a asesores especialistas, siempre manteniendo el control internamente, sabiendo lo que se quiere y controlando la aportación de los asesores externos. El Reglamento de los Servicios de Prevención posibilita invertir en asesoramiento externo mediante diversas modalidades.

Accesos a financiación de las pymes preferente destinos a la PRL

Quizás este sea el apartado más difícil, ya que no depende de la propia empresa sino de entidades externas. Si nos atenemos a la coyuntura económica actual y a la situación real de las pymes, es más que necesario una ayuda económica para que todos las pautas anteriores sean posibles. Si no se hacen posible que las exigencias pueda convertirse en realidad, es un tontería disponer de legislación para regularla.

 

Conclusión

Como conclusión, podemos decir que la hemos avanzado notablemente en estas dos décadas en la prevención de riesgos laborales, que no debemos acomodarnos con la situación, ya que aún queda bastante camino que recorrer, sobre todo en las pymes, ya que este avance es más lento. Y cuya solución, más allá de situaciones externas a las pymes, tiene que ver con el liderazgo y la capacidad de gestión de los empresarios y directivos.

Por ello, es de suma importancia elevar este nivel de capacitación y liderazgo, a la vez de acompañarlo de otras medidas que faciliten su consecución. De esta forma conseguiremos que nuestras pymes tengan más posibilidades de progresar y consolidarse en el mercado y puedan ser cada día más seguras y saludables.

En cuanto a la propia ley, tenemos el reto tanto profesionales del sector de la prevención de riesgos laborales, como los juristas encargados de su revisión, de adaptarla a los avances tecnológicos que se consiguen día a día en los puestos de trabajos, con el único objetivo de conseguir que el operario no esté expuesto a ningún riesgo laboral.

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